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Foto tomada de una página en Facebook dedicada al artista |
Como si los días fueran páginas que no se pueden pasar en blanco, José Antonio Suárez Londoño dibuja a diario en sus cuadernos. Desde hace más de treinta años mantiene una disciplina que le pide recogimiento y soledad. Evita las cámaras, las grabadoras, los críticos y periodistas. Cuando inauguran exposiciones suyas es retraído y medido en las palabras. No da entrevistas, nunca ha considerado la posibilidad de aprovechar su obra para convertirse en figura pública. Y a pesar de ese retiro voluntario, a pesar de que muchos lo mencionan y pocos lo conocen personalmente, José Antonio Suárez se ha convertido en un referente principal para la nueva generación de dibujantes e ilustradores en Colombia.
¿Para usted quién es José Antonio Suárez Londoño?
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Para conocer más el libro: aquí. |
Juan Carlos Restrepo Rivas – Dibujante y editor.
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Páginas interiores del libro. |
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Páginas interiores del libro. |
La prolífica y variada obra de José Antonio Suárez Londoño tiene para mí tres atributos esenciales. Una gran maestría en múltiples técnicas gráficas y expresivas. Ha convertido la ilustración en un arte exquisito, delicado y sensible, señalando un camino que ya otros emprenden. Y ha hecho del dibujo y el grabado en pequeño formato una expresión íntima de mitologías personales, en medio de una época donde se valora la grandilocuencia, espectacularidad y las modas impuestas por la globalización.
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Páginas interiores del libro. |
Orlando Martínez Vesga – Artista plástico.
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Tira publicada en la Revista Arcadia del pasado mes de junio. Por: @powerpaola. |
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8 Comentarios
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Más que un monje, Jose es un científico que con sus dibujos se responde a a preguntas que parecen provenir en ocasiones más del mundo de la biología que del arte, en pequeñas disecciones, taxonomías va agrupando conjuntos de dibujos que responden a las reflexiones de él sobre la vida.
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«Pequeñas disecciones, taxonomías…», sí, estamos de acuerdo, eso son los detalles y la precisión de José Antonio Suárez. Tu comentario enriquece mucho esta entrada del blog. Gracias por escribirnos. Invitamos a los demás lectores a que compartan con nosotros su respuesta: ¿Para usted quién es José Antonio Suárez Londoño?
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Un monje no hace nada, este señor no tiene nada parecido a uno de esos.
PARA MI es un maestro de vida, ejemplo de que uno debe buscar y vivir lo que quiere ser, me hace liberarme de tantos estereotipos y del concepto social de que el éxito es meramente lucrativo.
Tan interesante seria poder conocerlo..
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,,,LA MEJOR MANERA DE ENTENDER A JOSE ANTONIO SUAREZ Y POR ENDE A SU OBRA , ES LA CITA QUE DIO DEGAS EN ALGUNA OCASIÓN,,,»NO HAY NINGÚN ARTE MENOS ESPONTANEO QUE EL MIO, INSPIRACIÓN Y ESPONTANEIDAD ME SON DESCONOCIDOS ;HAY QUE REPETIR EL MISMO TEMA DIEZ , INCLUSO CIEN VECES»,,,ESA CONSIGNA RESUME TODO EL TRABAJO DE SUAREZ, ES UN CONSTANTE E INCESANTE CICLO DE BUSQUEDA, DE HACER SIEMPRE LO MISMO, PERO SIEMPRE DISTINTO,CON TEMAS, TECNICAS QUE SE REPITEN UNA Y OTRA VEZ,PERO QUE ALA VEZ SE ALIMENTA CONTINUAMENTE DE TODO LO QUE LO RODEA,TRATESE DE LIBROS, MUSICA,ARTE O SIMPLEMENTE EL PASO DEL DIA A DIA…..
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,,,tengo el gusto de haber conocido el maestro suarez ,lo digo con bastante orgullo y quizás de las cosas que mas me llamo la atención es su extraordinaria sencillez como persona, algo muy raro en alguien que ha expuesto en todo el mundo y se ha codeado con los mas grandes (hace poco lo vi junto a guillermo Kuitca en una colectiva en N.Y,,,) y en parte por eso sera que su obra es tan atractiva y accesible, por que así como es en su vida personal,lo es con sus dibujos,sencillos , diáfanos, palpables,humanos,,
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Conocí a José Antonio en el año de 1972, cuando ingresó al Seminario Conciliar de Medellín (Seminario Menor), para terminar su bachillerato. Recuerdo su inclinación por el inglés, el cual hablaba muy bien, gracias a su afición por el Rock, pues se sabía las letras de todas las canciones que le gustaban y las traducía. Su inclinación por el dibujo ya existía en ese entonces, sin ninguna formación previa. Su habilidad, pienso, era genética, pues no recibió ninguna clase previa y ya lo hacía muy bien en ese entonces. La gran pobreza, la de un estudiante de bachillerato que depense economicamente de sus padres, nos llevó a expresaronos a través de los únicos medios que teníamos a disposición, las hojas sobrantes de nuestros cuadernos y los lapiceros de tinta mojada que ya en ese entonces se vendían.
En el año 74 ingresamos a la Universidad de Antioquia, él a Biología y yo a Derecho, y en el claustro seguimos viéndonos por dos o tres años. A su padre, Javier Suárez Panesso, quien fue Superintendente de Coltejer para el exterior durante varios años, lo designaron, no se si el Gobierno o la empresa, en un cargo importante en el viejo continente. José Antonio dejó sus estudios de Biología y, en Europa, estudió artes plásticas. Llegó varios años después, convertido en el embrión de lo que es ahora, un incansable artesano de sus obras.
Es perfeccionista, recuerdo cuando, junto a Javier Castaño, nos soprendieron ambos con una obra de teatro y para sorpresa de todos nosotros, nos «hipnotizaron» con una magnífica escenificación, en la cual el único actor era Javier y José Antonio sincronizó la música de tal manera, que su capacidad artística y su tenacidad quedaron a la luz.
En el año 72 participamos en el concurso de pintura que organizaron las directivas para la semana cultural, que, si mal no recuerdo, se realizaba en octubre. Ese año no dieron premios, pero la obra de José Antonio era Maravillosa. Un cráneo abierto exhibiendo un cerebro, luego una crema dental, con las estrelllas y las líneas de la bandera de USA, en un cepillo dental. Y, finalmente, el cepillo dental lavando el cerebro. Era un claro mensaje que, a juicio de los que sabíamos, merecía el primer premio, pero , como ya dije, ese año no premiaron ninguna obra.
José usaba técnicas maravillosas: llenaba las jeringas desechables de pintura y luego la esparcía, como un rocío, sobre el papel. El efecto era maravilloso y práctico, pues uno «fondeaba» de una los cuadros. Su espíritu de colaboración le facilitó hacer amigos, pues se ofrecía para cosas tan difíciles como una clase de química, en la que, gracias a la gestión de José Antonio, visitamos la factoría de Coltejer en Itagüí, donde nos ilustraron sobre el proceso industrial para la elaboración y etampación de las telas.
Todos los días hacía tres o cuatro dibujos y los guardaba, los coleccionaba, los volvía a mirar y, si lo creía necesario, los retocaba. Estaba en constante revisión de lo que hacía, para mejorarlo. Creo que todavía guarda el cuadro con el que concursó en 1972 en la semana cultural.
Es escrupuloso, porque intencionalmente busca no contaminarse de las cosas malas. En esos días, era capaz de alejarse de uno o varios compañeros durante meses, incluso, para que algo que ellos hacían no lo influyera. Puede que esto le haya otorgado la inmerecida fama de solitario, pero su moral, intachable, le daba la capacidad de entender que primero están los objetivos a largo plazo que las pequeñas satisfacciones, de allí su paciencia y su constancia. Eso lo hace de todo corazón. Le tengo un gran aprecio y espero volver a verlo pronto, para otra degustación, espero que esta vez sea de su talento.
JAIRO JIMENEZ ARISTIZÁBAL
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Muchísimas gracias por compartir esta semblanza con los lectores, Jairo. Esperamos que sigas visitando el blog y contándonos historias. ¡Saludos!
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Claro, lo haré con gusto y en cuanto mi disponibilidad me lo permita.
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