Descripción
Recuerdo que una vez Martha Senn me enseñó algo en lo que nunca había reparado: que un buen cantante –por desgarrador que sea su papel– no puede nunca conmoverse en el escenario, pues corre el riesgo de que se le quiebre la voz. En estos textos (memorias, iluminaciones, bocetos) de una cantante ya retirada de las tablas, Senn puede permitirse, en cambio, conmoverse, irritarse, lamentarse, reírse, regodearse en los recuerdos de una vida plena. Aquí ya nada depende del temple de su voz ni de su presencia y belleza en el escenario. Aquí Martha Senn se puede desnudar sin perder la compostura, y conmoverse aunque la voz se le quiebre.
Héctor Abad Faciolince
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· Martha Senn, Memorias Conversadas.
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