La antología ‘En los días tristes no se habla de aves’ fue construida por Filipa Leal (Oporto, 1979) con poemas publicados desde 2004 y otros próximos a salir. Es la primera vez que una recopilación de su poesía se publica en español. Antes de esta edición solo un libro suyo había sido traducido a nuestro idioma. Tampoco están al alcance los artículos que ha publicado como periodista cultural en medios de su país ni los guiones que ha escrito para cine y teatro. En otras palabras, este ejemplar es una de las pocas ventanas que existen hacia la obra de una de las escritoras más importantes de Portugal.
¿Y qué vemos al asomarnos en esa ventana? El libro empieza con un manifiesto a favor de los lectores de poesía. Filipa Leal intenta convencernos de la inutilidad de los poetas, pero algo ocurre en el camino hacia el punto final porque la última línea del texto es una arenga en pro de la muerte de la prosa. Esta introducción es una venganza llena de humor contra quienes valoran la literatura únicamente por su tamaño.
Reveladas su arma y sus verdaderas intenciones, dedica las páginas siguientes a dar testimonio de su vocación como poeta y lectora. Filipa Leal navega a través de nosotros sentada encima de una ola de palabras familiares. Su tema, si fuera uno, sería el orden de lo cotidiano bajo la tiranía triste de la ausencia y el abandono. En sus poemas ocurren rebeliones pesarosas en el plano de los objetos y las rutinas, y los versos vaticinan, sin decirlo del todo, los desenlaces nada felices, producto de los desencuentros.
Durante la lectura también nos topamos con el amor casi trágico que siente por sus ídolos. En definitiva, quien ocupa el puesto de honor es la poeta portuguesa Adília Lopes, sobre la que Filipa escribió su tesis de maestría y un libro de poemas. En Portugal, Adília es una figura polémica porque sin pudor vuelca en su poesía la procacidad de la vida diaria y aún así no sale de sus manos algo que no sea bello. “Adília Lopes soy yo”, dice Filipa en un poema que es también una invocación.
El libro puede abrirse en cualquier página porque cada poema actúa en solitario, pero si se lee en el orden dispuesto por la autora será una exploración progresiva y se podrá ver en un segundo plano la historia de su evolución literaria. Los encargados de la traducción fueron Pedro Rapoula, consejero cultural de la Embajada de Portugal, y Jerónimo Pizarro, director de la colección Lusitania. La edición es bilingüe, así que el lector encuentra enfrentadas las versiones en portugués y en español, y en ciertos casos una interpretación gráfica de los poemas hecha por el ilustrador Samuel Castaño. ‘En los días tristes no se habla de aves’ es el décimo título de la colección Tragaluz dedicada a los escritores portugueses.
Como muestra, les dejamos el poema que le da nombre al libro:
[De A Cidade Líquida e Outras Texturas, 2006]
EN LOS DÍAS TRISTES NO SE HABLA DE AVES
En los días tristes no se habla de aves.
Uno llama a los amigos y no están
y luego pide fuego en la calle
como quien pide un corazón
aún intacto.
En los días tristes es invierno
caminamos helados con el cigarrillo en la mano
quemamos el viento y decimos
―¡Buenos días!
a las personas que pasan
pero cuando ya han pasado
sin que lo notáramos.
En los días tristes uno habla solo
y un ave siempre se posa
sobre las cosas
en lugar de posarse en nuestro corazón
y sin hablar con nosotros.
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