Isabel Carrasquilla de Arango, escritora y viajera

Isabel Carrasquilla de A. 1925. / Fotógrafo: Melitón Rodríguez. / 
Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina / Archivos Fotográficos.


«Un impulso dominante al encontrar la belleza es el deseo de aferrarse a ella: 

poseerla y darle relevancia a nuestras vidas. La necesidad de decir “he estado aquí, lo he visto y me ha importado”.
Alain de Botton
Durante este año se han celebrado en Colombia los 150 años del nacimiento de Tomás Carrasquilla con varios e importantes homenajes: las Ferias del Libro de Bogotá y Medellín, seminarios, encuentros y congresos de literatura y lingüística, publicación de obras completas y escogidas, puestas en escena de sus cuentos y veladas literarias con chocolate y pandequeso, entre otros festejos. Pocos, muy pocos, saben que su hermana Isabel también estuvo tocada por “el estigma de la mancha de tinta”. Sí, Isabel y Tomás, únicos hermanos, se llevaban siete años y murieron con 18 días de diferencia1; siempre vivieron juntos, aun después del matrimonio de ella, compartiendo el humor, los libros, las tertulias caseras y la “chifladura” por el teatro. Ella publicó bajo los seudónimos de Equis y Zeta dos comedias basadas en Frutos de mi tierra: Filis y Sarito y Pepa Escandón, y también sin firma, solía mandar coplas al programa de radio de Abel Farina; aun así, fue reconocida en vida, con la puesta en escena de sus obras dramáticas Noche de Reyes y Contra viento y marea en el Teatro Bolívar, con la actuación de artistas españoles.
De su autoría, se conservan, además, dos obras inéditas: Comedias –compilación de dos cuentos, un juguete cómico, un diálogo escolar y tres dramas fuertemente influidos por el teatro de Jacinto Benavente–, y un libro de viajes, Impresiones de viaje escritas por una abuela para sus nietos.Como corresponde a la época, las relaciones amorosas son el gran tema en las obras teatrales, donde las protagonistas ven coartados sus deseos, por el autoritarismo de sus maridos, padres o hermanos, y cuentan con alguien de su mismo sexo que les ayuda en el cumplimiento de sus aspiraciones. Fiel a la corriente de sus contemporáneas, Comedias deja ver un afán educativo; por eso, resultan excepcionales tanto la temática, como la postura no moralizante de Contra viento y marea, que reivindica el amor espontáneo y la independencia de las mujeres. Ubicada en los años treinta, esta pieza sin precedentes refleja la irrupción de las ideas socialistas y feministas en el ámbito medellinense.
La literatura de viajes, género híbrido entre la autobiografía y el relato, muestra cómo durante los viajes, la geografía afecta las geografías internas, impregna el alma; los lugares modelan a los narradores. En Impresiones de viaje… las palabras traslucen a Isabel; dejan ver sus gustos, su erudición, su postura política y, sobre todo, la emoción del encuentro ritual con sus referentes culturales. Las graciosas anécdotas se intercalan con descripciones cuidadosas, con interesantes y oportunos trozos de la historia del mundo, del arte y de la literatura. Es la mirada atenta y sabia que mide el tamaño de iglesias, palacios y monumentos, y critica personas, obras de arte, espectáculos y obras teatrales, con una solvencia intelectual que le permite emitir, sin pudor, juicios originales, ajenos al lugar común y, en ocasiones, desenfadados e irreverentes.
Gran parte de la literatura autobiográfica en Antioquia se debe a hombres de acción: militares, políticos, colonizadores, creadores de emporios comerciales y misioneros; poco a intelectuales o humanistas. Viajar por placer no tiene, por cierto, visos de gesta; no fue Isabel una de aquellas mujeres que se aventuraron más allá de las fronteras permisibles, y que, con audacia, enfrentaron desafíos y peligros. Con todo, viajar suponía un hecho ajeno a la vida cotidiana del ciudadano común, y más aún de las mujeres confinadas en los límites del hogar. Fue un evento extraordinario y de marcada mención familiar el peregrinaje de Isabel y su esposo Claudino en 1929. El viaje tenía como destino inicial una célebre clínica en la zona del Canal de Panamá donde un hijo de la pareja debía someterse a una cirugía, pero se prolongó a Estados Unidos y Europa, en un recorrido de ocho meses por seis países.
De principio a fin, la obra refleja, en un tono de juguetona camaradería entre los esposos y con los amigos que iban encontrándose en el camino, la admirable presencia de ánimo de estos dos sexagenarios, aun en episodios difíciles como la enfermedad de Claudino y el robo de las joyas en Nueva York, los dos extravíos de Isabel en Europa y el casi naufragio del barco al regreso. Suficiente material y nervio como para mantener enganchados a los lectores a lo largo de 182 páginas, con un estilo discreto, elegante y sencillo; una narración intensa, clara y didáctica que hace que cuantos la leen se conviertan en testigos de una vivencia sincera que plasma plenamente la emoción del encuentro con lo tantas veces imaginado. Todo lo anterior hace que la obra, tanto en las condiciones de su creación como en su estructura y lenguaje, cumpla con las condiciones de la novela, para la que Isabel poseía sobradas condiciones.
No fue, pues, el viaje en sí mismo lo que significó un reto que Isabel asumió con pasión para defender su deseo; lo fue la propia escritura de la obra. En 1936 buscó un retiro en El Rancho, para escribir a mano y sin tachones, con base en el diario que había labrado noche a noche, con cansancio o sin él, de abril a diciembre de 1929. Puede adivinarse la urgencia de esta mujer de 71 años, cuyo deseo íntimo de comunicar, de contar quién fue, unido a la maestría en el manejo y conocimiento de la lengua, la llevó a buscar, como cualquier otro escritor, un “cuarto propio”, cuatro años antes de morir y un año después de la publicación de la Autobiografía de su hermano Tomás. El género elegido impresiones no es casual, significa la vía para expresar la subjetividad que ella, y ellas, las mujeres escritoras, se negaban. En la obra de Isabel, el mundo pasa por la criba la interiorización y del tiempo, para contarnos lo que ve y la manera cómo lo ve; lo que se aviene al impresionismo en el arte y la literatura, a cuyo conocimiento no era ajena.
Se agota el espacio de este sugestivo pañuelo de papel; no el tema. Cada relectura de las obras de Isabel me trae nuevas imágenes, distintos sentidos, innumerables goces, sonrisas, risas y carcajadas. Me queda seguir deseando la dicha de ver los libros publicados, y terminar como acostumbro, con las propias y expresivas palabras de Isabel:
Se me había prohibido terminantemente, por algunos que yo me sé, que viniera a hablar de viajes y a contar cosas por ser esto muy anticuado y de mal gusto. Yo, muy obediente, sólo le he contando a todo aquel que ha tenido la paciencia de oírme. Y, para seguir contando después de muerta, lo escribo.
¡Botín colorao! ¡Cuentu´acabao! ¡Cacho quemao! ¡Dispensen lo malo qui´hubier´estao!
Por Paloma Pérez Sastre
Profesora de la U. de A.
1     Isabel nació en Santo Domingo, Antioquia el 8 de octubre de 1865 y murió en Medellín el 5 de enero de 1941. Tomás nació el 17 de enero de 1858 y murió el 19 de diciembre de 1940. Isabel le había prometido a su madre hacerse cargo de Tomás durante el resto de su vida, y así lo hizo con alegría; una vez cumplido el encargo, descansó sin una queja.
  
© MEDIAVUELTA / No. 3 – Diciembre de 2008 ∙ ISSN 2027-0852 / Isabel Carrasquilla de Arango / Tragaluz editores S. A. / www.tragaluzeditores.com ∙ [email protected] / Medellín-Colombia
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