Cuerpo disperso

Obra viva

Sobre Cuerpo disperso

Textos publicados (1912-1935),

de Fernando Pessoa

En la historia de Fernando Pessoa (1888-1935), los límites entre lo ocurrido, lo posible y lo inventado están desdibujados por el tiempo y su propia voluntad de presentarse como autor sin categorías; amplio, comprehensivo, desbordado. Se ha estudiado con generosidad el fenómeno de la heteronimia, que Pessoa volvió realidad al crear personalidades autorales distintas a él mismo, para decir de diferentes formas, y cuya obra permanecía inédita, casi por completo, hasta hace unas décadas. Al inventar autores que en cada uno de sus sistemas individuales eran coherentes y persistentes –los más conocidos, Álvaro de Campo, Ricardo Reis y Alberto Caeiro–, Pessoa les ahorró a los lectores buenas cuotas de confusión. Por más difícil que resulte comprender cómo es posible tener en sí mismo a otros escritores y crearles una vida de experiencias y publicaciones, es una lógica más aprehensible que entender cómo un solo hombre, sin fragmentarse de manera definitiva, puede firmar poemas y prosas, ficcionales o no, desde posturas estéticas tan distantes entre sí. 

Pessoa creó sus propios fantasmas en la forma de heterónimos que gracias a la fuerza de su voz se tornaron reales. Pero también cosechó sombras –más oscuras, más difíciles de definir–, en parte, por la manera en que su archivo fue guardado, descubierto y paulatinamente publicado. Luego de su muerte, la gran mayoría de sus manuscritos han sido hallados y editados de formas más o menos consistentes, según la pericia y paciencia de los editores, y se han presentado como versiones finales o, entre los más realistas, como acercamientos temporales que hermanan ciertos textos con otros (que quizá no fueron concebidos así), en órdenes artificiales (quizá con criterios lejanos a los originales) y descubriendo ocasionalmente nuevas personalidades tras el papel. Esta sensación de pozo profundo, ligada a la fantasía de un baúl reacio a revelar sus secretos, ha dejado de lado la imagen de un Pessoa con la tarea de gestionar, en vida, la aparición de su propia obra.  

En Cuerpo disperso se compilan 41 prosas publicadas por el autor. Son una muestra de un universo más vasto –más de 200– que aparecieron en periódicos y revistas, o vieron la luz en forma de folletos o volantes y un único libro (no olvidar que Pessoa también fue editor). Las novedades para quienes no conocen esta dimensión del escritor son la cantidad de textos que sí publicó, la forma en la que hacen aparecer un perfil de pensador de época y también lo serán los temas de las prosas. “Hacen parte de esta antología ataques incisivos contra republicanos, comunistas, monárquicos y fascistas; así como defensas de la homosexualidad como valor estético, del individualismo excéntrico y la locura. La prosa de estas páginas expande la comprensión del hecho literario pessoano mucho más allá del reconocimiento de las formas tradicionales de la poesía o la narrativa”, se lee en la introducción firmada por Jorge Uribe, editor y coautor de la traducción (junto a Maria José Galeano). Este despliegue temático le requirió a Pessoa echar mano de naturalezas textuales variadas, algunas veces del ingenio irónico, el juicio mordaz o el pensamiento poético. Por eso resultan inclasificables, extrañas, y a veces se sienten como la antesala de un mensaje definitivo que parece estar esperando a la vuelta de la historia. 

Leer a Pessoa en su encarnación más humana –por temporal–, abre una puerta para entender la literatura portuguesa, especialmente de principios del siglo XX. Ubica la obra de sus antecesores y contemporáneos con la habilidad de un paisajista, dándoles a todos un lugar (mejor o peor, según su criterio). En esa geografía literaria se cuelan otro tipo de argumentos, casi siempre de índole política, que lo obligan a dirigirse a asuntos coyunturales, pero también con la lucidez de quien puede entender cómo el pasado se alarga en el presente y dilucidar las corrientes del futuro. El libro acompaña esa inmersión profunda con una serie de notas que dan contexto a los nombres y referencias de Pessoa, trabajando en conjunto para rearmar esas piezas diseminadas que permiten reconstruir a Portugal mientras él, sus amigos y contrincantes intelectuales se disputaban ser escuchados en los medios que tenían disponibles. Esa lucha de argumentos, la perspectiva crítica y poco complaciente, implicó para él acusaciones de inmoralidad por parte de la policía. Los textos más concretos se enarbolan como banderas de ciertas luchas, y seguro se volvían presas fáciles de cazar por la censura, pero en el fondo son tan difíciles de asir como esos otros textos más sutiles, esotéricos, misteriosos, que traen imágenes y sensaciones, pero sobre todo la pregunta de hasta qué punto Pessoa jugaba a ser otros incluso cuando publicaba a nombre propio. 

Por paradójico que parezca, sobre este corpus de textos existe la certeza de que su autor quiso publicarlos, es decir, estaba preparado para ser interpelado y volver a escribir en respuesta. Sobre el resto de su obra inédita, no es posible saberlo. Pero hay varios hilos de los cuales tirar hasta llegar a la conclusión de que Pessoa esperaba ser publicado e inmortalizado por el prestigio de su obra. Su celebridad va en aumento, lo que hace caer de nuevo un velo de mistificación que alimenta en partes iguales lo que pudo haber pasado, el presente de los lectores y la fama por venir. Persiste la duda de si estamos haciendo con la obra de Pessoa lo que él quería. Bajo la incertidumbre que acarrea toda publicación póstuma, seguir los juegos que el autor planteó y perseverar en la búsqueda de su literatura dispersa parecería que podría complacerlo. 

La edición propuesta por Tragaluz es una traducción original que compila los textos en su orden de aparición, más de 20 años de escritura. Esta presentación permite intuir ciertas derivas, pese a todos los frentes a los que apunta el autor. Entre lo seleccionado, se reúnen algunas publicaciones firmadas por el heterónimo Álvaro de Campos y los facsimilares de las revistas y periódicos citados, que gráficamente también aportan detalles para entender el espíritu de la época. Con este, ya son diez los libros de la colección Lusitania firmados por Pessoa, tan diversos como todo lo que fue tocado por su ingenio: cuentos, ensayos, poemas, prosas varias, dramaturgia y hasta una compilación de proverbios portugueses.

Por: Daniela Gómez Saldarriaga

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