Carta abierta a los editores independientes de Colombia

Amigos editores:
La semana pasada estuve en Bogotá, convocada a dos reuniones importantes para el sector editorial. Una era con Proexport, para evaluar la participación en la Feria de Bolonia y estudiar la posibilidad de asistir a la Feria del Libro de Frankfurt este año. La otra reunión era con Bancoldex, para aprender cómo las empresas culturales debemos pedir crédito y lograr que nuestros proyectos avancen.

¡Qué tal la sobredosis de indiferencia con la que me encontré!
En Proexport no saben ni quieren saber del sector. La comunicación con ellos es nula y nos reúnen para cumplir formalismos. Al final nos invitaron a la Feria en Frankfurt, pero resulta tan costoso ir que la respuesta de todos fue «no, no podemos». Al oír el No al unísono, dijeron, como quien quiere hacer un buen negocio, “bueno, tal vez puede salir más barato”. 
¿Qué es eso?, me pregunto, ¿motivación a un sector para que exporte, o más bien la forma perfecta para que no sigamos exigiendo lo que por derecho nos corresponde, y así trabajemos solos? 
Y ante ese panorama, nosotros, editores, acostumbrados al manejo de la palabra escrita, silenciosos por naturaleza, nos quedamos callados y vamos saliendo del salón como si nada pasara. 
Al día siguiente asistí a la reunión con Bancoldex, con la ilusión de hallar algo mejor, pero pareció la continuación de la reunión del día anterior. Nos dieron una clase de finanzas -muy buena y muy importante para la organización de cualquier empresa-, pero al final, cuando era el momento de encontrarse con los bancos que otorgarían los créditos, los asistentes empezaron a pedir la palabra y la misma frase se iba repitiendo de uno a otro, parecía un eco: “Y para qué nos vamos a reunir con los bancos si nunca nos prestan plata, no quieren saber de empresas culturales, y cuando se les habla de Bancoldex, es peor”. 
Definitivamente tenemos que hacer algo. El Ministerio de Cultura y las Secretarías de Cultura municipales vienen haciendo una buena labor. Hemos sido beneficiados por ellos y estamos contentos por que por fin nos miran con otros ojos. Sin embargo, esto es una cadena y hay que aspirar a que esa buena imagen se extienda a instancias más altas, de lo contrario nos quedamos en un padrinazgo que no trasciende, que no va para ningún lado. Nos becan, nos dan reconocimientos y luego la entidad que promueve las exportaciones ni nos mira y los bancos no quieren saber de nosotros, creyéndonos artistas informales sin garantías para algún préstamo. 
Es el momento de hablar y hacernos valer. Somos empresas estructuradas y productivas, nos reconocen constantemente, nos apoyan en otros países pero aquí algunos no lo saben. Además nos estamos transformando, estamos creciendo como sector, hay una proliferación de editoriales independientes que, arriesgadas, ofrecen una buena y original opción para el lector. 
Los invito entonces a que escribamos -a fin de cuentas eso es lo que hacemos todos los días, somos editores, publicamos contenidos-; hagámonos notar para que el país se sienta orgulloso de lo que tiene: un sector editorial comprometido con productos de exportación y digno de créditos que propicien su desarrollo. 
Comparto con ustedes estas palabras porque me dolió lo que viví en Bogotá esos dos días. Los invito a este blog para que publiquen, cuenten y exijan. De pronto así, luego de contar y contar, empiezan a conocernos y a reconocer la importancia de estar con nosotros. Somos independientes, pero no nos gusta caminar solos
Pilar Gutiérrez Llano.
Directora editorial
Tragaluz editores
Mediavuelta
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